Les fades

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En altres llocs es parla de fades, als Pirineus «Fades» o «Hadas», segons la manera que es té, a l’Est o a l’Oest, de jugar amb la boca per explicar la sorpresa de l’encontre. També se’ls anomena «sarrazinas», «dames blanques» i «encantades», per accentuar encara més el misteri dels personatges.

Emile Vernier, La Dame blanche, 1862 (détail, Paris, BnF)

Així doncs cal escombrar l’arquetip del barret punxegut i de la vareta estelada difós per Amèrica: les fades pirinenques són, de fet, un secret insondable, tant en aparença com en caràcter.

S’està d’acord en dir que són d’una bellesa incomparable, que viuen en coves i apareixen prop de les fonts d’aigua clara. Són les senyals evidents en temps d’antics déus, malgrat les petites pastores de Lourdes… Finalment, les fades són bones amb qui les respecta però esquerpes i a vegades sense pietat amb la gent dolenta. Desgraciadament, la seva concepció del bé i del mal s’escapa sovint de la gent comuna.

François-Marie Rousset, Coëfures des femmes Turques d'Antioche, 1790 (détail, Paris, BnF).

I molt important : tot home que veu una fada s’enamora d’ella. Un amor sense límits que fa perdre els sentits. Però si revela la naturalesa de la seva estimada, llavors ella desapareix i deixa que l’infeliç es perdi en la bogeria.

És probablement aquí on els termes fàda i fadá, que significa boig, s’uneixen al llatí en la paraula fatá, deessa del destí. De forma que, fetillera i encantat comparteixen la mateixa paraula, el mateix destí i el mateix misteri. Només ells coneixen l’altra riba del món…

Charles Ransonette, Vieux pont du moulin, 1849 (détail, Paris, BnF)
Bonus (esp)
John D. Batten, illustration de “Connla and the Fairy Maiden” dans : Celtic Folk and Fairy Tales, 1894 (detail, Paris, BnF).

Las historias de hadas lavanderas, ondinas, “damas”, o “doncellas” lavando su ropa blanca en las aguas de las fuentes, en la entrada de cuevas, son numerosas en toda Europa. En los Pirineos, estas son generalmente muy bellas, elegantes, de talla pequeña, cabellos rubios y rizados. Como las Roussalki rusas, se diferencian de las mujeres por sus pies palmados. Como Mélusine, traen suerte y prosperidad a quien tenga la suerte de desposarlas. ¡Pero cuidado! Si el esposo es tan tonto como para tratarla de loca (fadá), revelando su verdadera naturaleza (hada), ella desaparecerá para siempre, abandonándolo en su desesperación.

Anonyme, Une lavandière dite « Bean-nighe », XXe siècle (détail, coll. privée).

Generalmente con buen corazón, las hadas pueden llenar de alegría a quien las trata con respeto. En Lavedan, a veces dejan flotar un delgado hilo de seda en el torrente. Si una jovencita logra enrollar el hilo a su dedo sin romperlo, se concede su deseo. Pero algunas de ellas, las blanquettes – como las damas blancas – son a veces temibles. En el valle de Barousse, visitan los hogares la noche del 31 de diciembre. ¡Más vale que la familia haya preparado algún dulce para ellas! Una de ellas, con corona de rosas, trae la felicidad, pero la otra, armada de un látigo de espinas negras, puede arruinar  la cosecha, enfermar a los animales, deshacer amores prometedores… Quien se burla de las blanquettes puede estar seguro de ver caer tormentas y granizo en sus tierras.

Berthe Meunier, "La fée piégeuse", dans : Collection phospho-cacao. Pierre mystérieuse, 1913 (détail, Paris, BnF).

Cette puissance vengeresse n’est sans doute pas pour rien dans le costume adopté par les paysans ariégeois en révolte contre le nouveau code forestier dans les années 1830. Ce dernier, promulgué en 1827, restreint des droits d’usage indispensable à cette société montagnarde : ramassage du bois mort pour le chauffage, des feuilles mortes pour les litières des troupeaux, pacage dans les sous-bois, coupe de bois pour la construction des granges et maisons, chasse et cueillette… L’application du code, qui rompt le fragile équilibre agro-sylvo-pastoral pyrénéen, notamment au bénéfice de propriétaires qui souhaitent intensifier le charbonnage pour alimenter la Révolution industrielle, déclenche en Ariège la Guerre des Demoiselles, rébellion qui se déroule entre 1829 et 1832.

Guy Vassal, La Guerre des Demoiselles, 1975, illustration première de couverture (détail, Toulouse, Bibliothèque municipale).

Este poder de venganza tiene seguramente que ver con el traje de los campesinos de Ariège en revuelta contra el nuevo código forestal de los años 1830. Promulgado en 1827, el código restringe los derechos de uso indispensable a la sociedad de montaña: recogida de leña para calefacción, de hojas muertas para el lecho de rebaños, pastoreo en el sotobosque, corte de madera para construcción de granjas y casas, caza, recolecta de frutos… La aplicación del código, que rompe con el frágil equilibrio entre la agricultura, la selvicultura y el pastoralismo pirenaicos, sobretodo en beneficio de propietarios de tierras que desean intensificar la extracción de carbón para alimentar la Revolución Industrial, inicia en Ariège la Guerra de las Doncellas, rebelión que se desarrolla entre 1829 y 1832. Es un evento más en la antigua cadena de revueltas y conflictos contra el yugo centralizador del Estado. Otros conflictos estallan de manera esporádica a lo largo del siglo XIX, pero este sigue siendo el mas célebre, bien difundido en revistas sensacionalistas, ya que los rebeldes se travisten: cara ennegrecida, vestidos con largas camisas blancas de mujer, como esas damas blancas o “doncellas”, estos persiguen, caída la noche, a los guardias forestales… Esta guerrilla fantasmal trae sus frutos porque el Código se aligera en su  favor unos años después.

Notre-Dame de Lourdes, apparition de la Très-Sainte Vierge à Bernadette Soubirous, petite bergère de Bartrès près de Lourdes, dans la grotte de Massabielle, le 11 février 1858. Image d’Epinal, ed. Pellerin, 1873 (détail, Paris, BnF)

El hada pirenaica mas famosa es quizás Nuestra Señora de Lourdes… El 11 de febrero de 1858, Bernadette Soubirou, joven pastora de 14 años, cree percibir en la gruta de Massabielle una “luz tenue”, en la cual aparece una joven muy bella, vestida de blanco, con una rosa en cada pie. Las “apariciones” se producen durante seis meses, dieciocho veces, la muchedumbre rodea cada vez más numerosa a la pastora en éxtasis, desencadenando vivas polémicas, investigaciones policiales, de la justicia y de las autoridades eclesiásticas. Monseñor Laurence, obispo de Tarbes, acaba declarando el 18 de enero de 1862, en nombre de la Iglesia: “Estamos convencidos […] de que la aparición es sobrenatural y divina, y que, en consecuencia, Bernadette vio a la Muy Santa Virgen”.

André Gorse « Fontaine grille », XIXe siècle, lithographie (détail, Paris, BnF).

Muy seguido por visitantes ilustres (como la familia imperial), que acudieron para admirar los Pirineos o tomar las aguas termales, haciendo una parada en Lourdes para ver el fenómeno, el peregrinaje toma rápidamente una gran magnitud. Es hoy en día unos de los lugares católicos mas frecuentados del mundo, con 6 millones de  visitantes al año, el primer destino turístico de los Pirineos y el segundo de Francia, después de Paris.