Fa molt i molt de temps… per la Serra de Guara, prop del misteriós barranc de Mascun caminava una bonica filadora amb una enorme roca en fràgil equilibri sobre el cap.
Filava un fil fi fins que va arribar el dia que va deixar de filar. El fil de la vida s’havia detingut. Així doncs, va saber que el moment de la seva mort era ben prop.
Llavors, va posar la gran roca que carregava sobre dues altres que es trobaven en posició vertical i així va sorgir el dolmen de la Llosa Mora, tomba i record de l’eterna i llegendària filadora de Guara.
El seu record ha sobreviscut el pas dels segles. Hi ha qui diu que era una fada o una bruixa, altres una dona mora desesperada, que buscava el seu estimat i que finalment, el va trobar mort. Trencada pel dolor, va depositar la pesada llosa sobre el cos sense vida per ser recordat eternament.
El dolmen i el seu entorn són un lloc màgic on succeeixen esdeveniments estranys, on se senten veus i rumors però on mai es veu a ningú. Per exemple, això li va succeir a un fuster de la localitat de Bara:
Després d’un llarg dia de treball, el fuster tornava a casa i es va posar a recollir un bon feix de llenya que va lligar i se’l va posar a l’espatlla. No havia fet tres passos quan tot el feix de llenya, es va obrir i va caure a terra escampant-se aquí i allà. El va refer i va passar el mateix, fins a tres vegades. Va tornar a recollir-lo però llavors no podia moure els peus.
Finalment, molt sorprès, se’n va anar a casa. A prop ja de Bara va albirar a la llunyania com a tres homes, amb unes saies blanques que al apropar-se van desaparèixer. Va continuar baixant i enmig del camí va veure un taüt blanc que quan s’acosta també desapareix. Quan arriba a casa troba la seva dona plorant espantada a l’escoltar tres cops d’ultratomba sortits de la pastera.
A l’endemà va anar a Rodellar a consultar a un endeví i quan passava prop del dolmen, al Vallón de los Moros, escolta a les seves esquenes murmuris, però no veu a ningú. Va arribar molt espantat a la casa de l’endeví i li va explicar. Aquest li va aclarir que tota la zona de Llosa Mora estava encantada i que per desencantar-la hauria de deixar aquella nit un plat d’aigua al costat de la finestra.
Llavors l’endeví li va demanar al fuster els seus honoraris que, amb les presses, no portava diners, per tant mai va saber el què li havia passat.
Que en realitat era la seva pròpia mort.
El dolmen de Losa Mora es un monumento funerario neolítico que se localiza en la sierra de Guara, en la Comarca de Somontano de Barbastro, próximo al barranco de Mascún.
Esta zona ha estado vinculada geográfica y culturalmente con el entorno del río Vero en la prehistoria, de hecho en la cabecera de este río existen otros dólmenes. Estos monumentos se levantaron en el Neolítico, al que corresponde el último ciclo artístico prehistórico del río Vero: el arte esquemático, propio de sociedades productoras básicamente agrícolas y ganaderas.
Losa Mora es conocida desde antiguo, por lo que cuenta con una rica tradición oral y al menos tres leyendas: una relacionada con la figura de la hilandera, otra sobre un trágico amor entre un rey moro y una cristiana y otras sobre seres fantásticos que molestan a los que por allí pasan.
La hilandera de Guara forma parte de un mito universal ya presente en la mitología griega y romana: la moiras o parcas.
Estas misteriosas mujeras hilan el frágil hilo que simboliza la propia vida. Hasta que en cualquier momento cesan, el hilo se corta y llega el inevitable final del ser humano: la muerte.
El Centro de Leyendas y Tradiciones de Adahuesca recuerda el mito de la hilandera:
Hubo una època antes del tiempo en que todo y nada eran una misma cosa. Tan sólo la luz y la sombra tenían un atisbo de consistencia. De entre esa sombra, como surgiendo de una profundidad abisal, un cuerpo fue adquiriendo forma. La forma asemejñábase a un ser cubierto de oscuras y cambiantes sedas. Pasaron décimas de segundo que hoy mediríamos en siglos y aquel ser tuvo un nombre, Moira, y unas manos y en sus dedos nacía eternamente un hilo de luz. La Hilandera trenzó hebras luminosas y el mundo fue apareciendo ten leve y cambiante como el sol reflejado en el polvo de un templo en penumbra. Entonces la hilander sostuvo sobre su cabeza el primer grano de materia y el grano se hizo piedra, la piedra roca, la roca convirtióse en inmensa losa.
En la antigua Grecia, tres diosas eran las encargadas de regir el destino de humanos y dioses. Moraban en el Hades. La más joven era Cloto, encargada de los hilos que coserían los destinos. Laquesis movía la rueca mientras que la mayor, Atropos cortaba repentinamente el hilo que unía a la persona a la vida.
Así, el devenir de los mortales estaba ligado a los designios de tres diosas.
La naturaleza está llena de seres fantásticos: moiras, las hadas, encantarias, lavanderas… En Aragón se las conoce como moras, seres mágicos y poderosos que se confunden con bellísimas mujeres. Suelen vivir eternamente en cuevas hilando sin cesar mientras deciden sobre el destino de algún humano.
La sierra de Guara está envuelta en mitos y tradiciones protagonizados por seres mágicos y hechos prodigiosos que han sobrevivido al paso de los siglos. La hilandera de Losa Mora o el carpintero de Bara no son las únicas leyendas asociadas a este dolmen.
Se dice que el dolmen de Losa Mora surgió de un amor prohibido entre un rey musulmán y una bella cristiana.
Un rey moro de estos contornos e enamoró profundamente de una cristiana a la que tuvo que raptar dada la intransigencia de sus correligionarios. En la huida, realizada a caballo, eran perseguidos de cerca y entre una nube de flechas. Logró darles esquivo y cuando se creyo a salvo paró el caballo, dándose cuenta de una terrible realidad ! su amada estaba muerta!, una saeta le había atravesado el corazón. LLoró mucho tiempo su desgracia y levantando un gran túmulo de piedras colocó dentro el cadáver. Después volvió al encuentro de sus perseguidores , dejándose matar. Y allí quedó para siempre el recuerdo de su amada: el dolmen de la Losa Mora, donde la enterró.
Su amado levantó en su memoria esta tumba pétrea.
Así sucedió al tendero de Rodellar que hacía la visita a Nasarre en sus circuitos de venta. que pasando próximo al dolmen dirección a Nocito, “algo” se aupaba a la grupa de su burro. En ocasiones era un hombre, otras una mujer. Tras moler al pobre hombre a palos, desaparecían.
El cañón del río Vero, a su paso por la sierra de Guara, esconde un legado arqueológico excepcional. Con más de 60 abrigos con pinturas rupestres, este enclave natural se convierte en un excepcional museo de la Prehistoria al aire libre.
Tras el descubrimiento del primer abrigo con arte esquemático por Pierre Mimvielle en 1969, siguió el estudio de Antonio Beltrán y arrancó una campaña de investigación sistemática durante veinte años, a cargo del Museo de Huesca dirigida por Vicente Baldellou.
En los diferentes abrigos pintados se pueden encontrar magníficos ejemplos de los tres estilos clásicos del arte rupestre europeo: Paleolítico, Levantino y Esquemático.
Entre los yacimientos destaca la cueva de la Fuente del Trucho, única cueva con pinturas paleolíticas localizada hasta el momento en Aragón.
En 1998 la UNESCO incorporó este conjunto de abrigos en la Lista del Patrimonio Mundial.
Desde el descubrimiento de las pinturas rupestres prehistóricas, los especialistas se han preocupado por interpretar su función y significado más que de ningún otro período artístico de la humanidad.
Animales, símbolos, manos, puntos, escenas, etc. han sido interpretados como una forma de magia simpatética, obra de chamanes, totenismo…
El misterio sigue envolviendo a estas pinturas. Un misterio que nunca podrá ser desvelado y que hace del arte rupestre prehistórico un legado excepcional y singular.