Hi havia una vegada, Abeliou, Déu del sol dels Pirineus, regnava a la muntanya i sempre feia bon temps, sense núvols ni tempestes.
En aquell temps, vivia al peu del Pic du Midi un patriarca anomenat Millaris. Millaris era un pastor molt vell amb una llarga barba en forma d’avet antic i alguns deien que tenia nou-cents nou anys.
Millaris portava els seus ramats a les pastures més boniques de la muntanya, però sabia que això acabaria algun dia. Un mag li havia dit una vegada que moriria el dia en què la terra bruna dels seus camps i l’herba verda de les seves praderies fossin tan blanques com la llana de les ovelles i la dolça llet perfumada de les seves cabres.
Un matí, Millaris va cridar al seu fill gran des del llit d’herba seca i li va dir: “Fill, surt i mira quin temps fa”. El fill va sortir, i va tornar gairebé de seguida molt pertorbat dient: “Pare, la terra està coberta d’una cosa estranya blanca i freda i ja no es distingeix en el vessant de la muntanya, l’empremta dels senders que porten a les pastures”. Fins llavors, no hi havia nevat mai a les muntanyes. El vell profètic va saber que el clima canviaria i que el seu final s’apropava. I va dir als seus fills:
“Aquesta cosa desconeguda que descendeix del cel blanca i interminable, com l’aigua dels torrents a la part alta de les nostres cascades, anuncia la meva última hora. Però vosaltres, fills meus, viviu i tingueu valor. El vostre destí us crida a altres llocs. Quan ja no hi sigui, reuniu als ramats dispersos al so de la banya. Seguiu a la jove vedella pèl-roja amb el clarí de plata. Ella us conduirà primer a la regió sulfurosa de les aigües calentes, a Bagnères-de-Bigorre, on hi ha els beneficiosos banys termals per als que pateixen. Aneu sempre cap allà on us porti i quan s’aturi a la plana, cansada i vençuda, vosaltres també us detindreu. Belian, el Déu ros de l’Aurora, us beneirà”.
Dirigint-se al seu fill gran, va dir: “Vés, recull aquesta pols, fes una bola i llança-la tan lluny com t’ho permeti el teu braç robust. I on caigui cavareu la meva fossa i m’enterrareu per sempre”
I així es va fer. El pastor mil·lenari es va adormir amb la primera neu que va cobrir el país de Bigorre com a últim mantell. I s’explica que des de llavors sempre neva a les muntanyes.
Una robusta creu de marbre blanc assenyala la ubicació de la tomba. Es diu la “Creu de Béliou”. A la seva ombra, l’herba mai va tornar a créixer.
Encara avui, quan els pastors, ateus o creients, passen per la tomba de Millaris, dipositen supersticiosament un petit còdol en l’humil monticle de terra nua.
Millaris, héroe cultural, padre creador, se puede considerar como un último avatar de las divinidades indigetas [héroes divinizados, semidioses propios de una región] cuyos destinos e historia, en las narraciones populares, están estrechamente vinculados a un acontecimiento de índole cosmológico, como aquí el paso de un tiempo en que la nieve no existía en los Pirineos, una de edad de oro primordial, hacia un tiempo en el que este fenómeno aparece y todo cambia en la organización del mundo y de la vida de los hombres.
El mito de Millaris se puede vincular con el de Mulat-Barbe, otro patriarca legendario de Bigorre. El destino de ambos personajes está vinculado con un acontecimiento idéntico del orden cósmico (la llegada de las primeras nieves) y las dos tradiciones tratan el tema de la agonía del héroe. La leyenda de Mulat-Barbe añade otro elemento: existe una relación directa entre la primera nieve y la llegada del cristianismo.
Es en la comunidad de Lesponne donde se arraiga el mito de Millaris. Además de la historia propiamente dicha con sus detalles, las tradiciones relacionadas con el héroe local están acompañadas de una canción en el dialecto de la Bigorre, llamada Canción de Millaris y conocida por la mayor parte de sus habitantes.
Millaris no es solamente el pastor fabuloso de los numerosos rebaños que, antiguamente, frecuentaban los pastos en los que la gente de Lesponne ejercerá más tarde un derecho de uso absolutamente vital para ella, también es la imagen de un “antiguo gran pastor”, de un padre fundador de este pastoralismo al que se entregó de manera casi exclusiva la comunidad que preservó el recuerdo del primero y más grande pastor de la región.
La cruz se llama localmente “cruz de Millaris” o “cruz de Béliou”.
Se encuentra en la ladera oriental de la Peyre, cerca del bosque de Transloubat, que domina el pequeño circo natural “Las Aygues”. Desde esta terraza muy ancha, se puede ver un magnífico panorama sobre el valle de Lesponne y sus altos picos.
El bloque cruciforme es muy probablemente un ex-voto precristiano de Aquitania, y esculpido de nuevo en un momento determinado: en una de las caras se puede ver la cabeza de un personaje que nos recuerda a una divinidad indigeta, mientras que en la otra cara, con una factura diferente y posterior, se esculpió al Cristo en su cruz, así como las famosas siglas I.N.R.I. Esta “cristianización” del monumento no es la única pista de un encuentro con el universo judeocristiano: según una creencia fuertemente establecida en el valle Lesponne, el traslado de la “cruz” de Millaris podía desencadenar un largo periodo de mal tiempo, de cuarenta días y cuarenta noches, dícese, o sea la duración asignada por las Escrituras al diluvio bíblico.
Marcel Boulin, nombrado conservador del museo Massey de Tarbes, nos cuenta que visitando el valle de Lesponne en 1955, escuchó decir que Millaris iba siempre a caballo y que una mujer del lugar había muerto por tratar de transportar la cruz al cementerio del pueblo.
La leyenda de Millaris incorpora igualmente el tema de la fundación. La naturaleza salvaje, la “silva primitiva”, da lugar a la ciudad floreciente de Bagnères-de-Bigorre, celebre por sus aguas termales. En una de las numerosas versiones de la leyenda, el narrador cuenta que Millaris anuncia “allá donde la vaca descansará, las aguas calientes harán la fortuna del país”.
Eugène Cordier, autor de un texto titulado “El pastor de 909 años (sacado de Las Leyendas de Hautes-Pyrénées, 1855),adaptación literaria de ciertas grandes tradiciones bigourdinas, escribe: “Entonces la vaca… bajando por las orillas del Adour… se detuvo en el lugar donde se eleva hoy el bello y rico pueblo de Montgaillard. En ese lugar los hijos del pastor también se detuvieron. Y nunca mas nevó”.
Mas tarde, en un articulo publicado para la Société Ramond (Boletín n°8, 1867), Supersticiones y leyendas del Pirineo, nos cuenta: “Muchos animales sirven de guía en las migraciones primitivas, deciden del establecimiento de los pueblos, de la fundación ciudades… la migración va de la montaña a la llanura. Todos las narraciones concuerdan sobre ese punto’. En cambio, se diferencian en los puntos de partida y de llegada.
En la leyenda de Millaris, para algunos, el lugar de partida es el pico de Arizes (pic du Midi); para otros, es el Béliou, un contrafuerte de Montaigu. ‘Allá, se dice generalmente, se enterró al viejo de Arizes, en un lugar marcado con una cruz… “. Del mismo modo, el lugar de llegada cambia según las versiones del cuento: a veces Bagnères, a veces Montgaillard, a veces Vielle, en el valle del Adour. Eugène Cordier, en su obra literaria, hace que la vaca haga una pausa en Bagnères para continuar el camino luego hasta Montgaillard.
La canción de Millaris, como la leyenda, presenta numerosas variantes. Una de ellas muestra claramente su origen, que según ciertas tradiciones de Lesponne, hacen del hijo de Millaris el autor de la pieza. El dolor profundo que describe en estos versos, hay una connotación de canto fúnebre:
Millaris desciende
por abajo de Pèira-Nera
con sus jarras de ordeñar humeantes,
su saco de sal multicolor.
No añoro el establo
tampoco el arándano,
añoro a mi padre
que murió en Béliou.
Toquen, toquen las trompetas,
Trompetas y oboes,
Para reunir el rebaño
del pobre Millaris
Observemos las referencias de la vida pastoral tradicional: útiles de pastor (jarras de ordeñar, saco de sal) antiguos instrumentos de música, consumo de arándanos, muy común en montaña de media altitud.
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