Corría el verano del año 1415 cuando el fraile dominico Vicente Ferrer hizo su entrada en la Villa de Graus. Este hito transformaría para siempre la vida cotidiana de la localidad ribagorzana haciendo que sus habitantes mostraran a partir de entonces un fervor inusitado hacia la figura del después canonizado Santo y, más concretamente, hacia el Crucifijo que les fue entregado por él mismo tras su partida en señal de agradecimiento y bendición, y que se venera en la iglesia de San Miguel.
A raíz de dicha estancia y como muestra de la influencia de las palabras de San Vicente Ferrer, se instituyó al poco una Cofradía de Penitentes cuya doble finalidad consistía en, por un lado, el cuidado y la devoción a la talla donada por el dominico y, por otro, la práctica de una vida piadosa y solidaria por parte de sus integrantes. Al paso del tiempo, la hermandad pasó a denominarse Cofradía del Santo Cristo y San Vicente Ferrer, como se conoce en la actualidad.
El edificio que tenemos aquí, aunque exteriormente no muestre elementos de interés artístico sí que guarda un gran contenido histórico, ya que en esta casa, la posada de Arnau Tallada, se hospedó San Vicente Ferrer en el año 1415. En el centro de la fachada hay una hornacina con la imagen del santo ataviado con el característico hábito de la orden dominica. Aparece con el dedo índice alzado hacia el cielo ya que según la tradición con ese gesto era capaz de obrar milagros.
Vicente Ferrer nació en Valencia y pronunció votos de dominico. Fue un gran orador y con sus sermones pretendió acercar la palabra de Dios, así como la conversión de musulmanes y judíos al cristianismo. También fue un señalado hombre de estado en su tiempo, formando parte del Compromiso de Caspe en 1412. En esta trascendental reunión se designó al nuevo rey para la corona aragonesa.